Apuntes de El Quijote. 1º de Bachillerato

Estos son los apuntes sobre el tema 14 del libro de texto.  Cervantes y el Quijote.  Los acompaño de una presentación en powerpoint sobre esos apuntes, cuyo enlace a Google Drive ya os incluyo luego.  Posteriormente, dos textos del Quijote para comentar y el comentario ya hecho de ambos texto.  Para que practiquéis esta Semana Santa.


MIGUEL DE CERVANTES: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha

De la narrativa del Barroco, por falta de tiempo, sólo vamos a ver la obra de Miguel de Cervantes y, dentro de ésta, sólo El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.

Miguel de Cervantes nació en 1547, probablemente en Alcalá de Henares.  Sirvió como soldado y estuvo en la batalla de Lepanto en 1571, donde fue herido y le quedó casi inmóvil la mano izquierda; por eso se le llama “el manco de Lepanto”.  Luego fue apresado por corsarios y permaneció cautivo cinco años.  De vuelta a España, fue recaudador de impuestos y también pisó la cárcel al perder (o hacer desaparecer) el dinero que recaudaba.  En 1605 publicó la primera parte de la novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.  La obra tuvo muchísimo éxito.  Hoy diríamos que fue un “best seller”, un superventas.  En el Quijote Cervantes quiso ridiculizar el exceso de fantasía que existía en unas novelas que estaban muy de moda en su época, las novelas de caballerías, en las cuales se presentaba a caballeros que luchaban contra gigantes, monstruos, magos y hechiceros.  Vamos, como El señor de los anillos, pero en el siglo XVI o XVII.

Y siempre nos han enseñado que el Quijote es la historia de un hombre maduro, ya casi viejo, que se vuelve loco y decide buscar aventuras y cambiar el mundo.  Pues no.  No es eso.  Es mucho más que eso.  En el Quijote, Cervantes se propone escribir todas las maneras posibles de hacer novelas: el Quijote pretende ser la novela que contiene todas las novelas.  Las novelas de todos los géneros que existían en la época: novela de caballerías, de aventuras, pastoriles, amorosas y de viajes.
Para empezar, Cervantes se inventa un narrador que va a contar la historia y que parece un narrador omnisciente.  Pero desde el inicio, este narrador nos oculta datos o dice que no los conoce.  “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”: no quiere decirnos dónde sucede la acción.  Tampoco sabe cuál es el nombre real de su personaje; dice que podía apellidarse Quijada o Quesada, aunque él se inclina porque se llamaba Quejana.  ¿En qué quedamos?  ¿Es un narrador omnisciente y no sabe cómo se llama su personaje?  Primer truco, primer engaño.  Luego, de hecho, decidirá que se llame Alonso Quijano.

La locura de don Quijote no consiste en que quiera ser caballero.  No, no quiere ser caballero.  Él quiere ser un personaje de novela.  Como todas las novelas que ha leído son de aventuras de caballeros, acaba escogiendo para su personaje a un caballero andante, que va viajando por el mundo buscando aventuras.
Aquí comienza la creación del personaje.  Para empezar, él parece llamarse Alonso Quijano.  Ése no es un nombre digno de un caballero que vaya a ser famoso.  Ha de inventarse un nombre para apropiárselo.  Siguiendo los nombres que aparecen en los libros de caballerías, decide adoptar un nombre y ponerle el sobrenombre de su patria.  Como otros famosos caballeros de la literatura, que él había leído: Amadís de Gaula, Reinaldos de Montalbán, Felixmarte de Hircania o Belianís de Grecia.  Pero fijémonos: primera ridiculización de Cervantes.  El autor decide que su personaje escoja un nombre tan estúpido y grotesco como don Quijote (con ese sufijo en –ote, que ya nos parece ridículo).  Y en cuanto a su patria, Cervantes decide que elija un nombre tampoco muy fino, ni solemne, ni altisonante: de la Mancha.  Es tan ridículo como si nosotros inventáramos un superhéroe y le pusiéramos como nombre “Perico el del río Torote”.
Y todo caballero ha de tener caballo y todos los caballos de sus héroes famosos también tienen nombre.  Babieca, caballo del Cid; Bucéfalo, caballo de Alejandro Magno.  Él tiene uno viejo y flaco.  Un rocín.  La palabra rocín significa “caballo de poca calidad”.   Así surge el nombre Rocinante, es decir, otro nombre ridículo.  Y todo héroe de libros de caballerías tiene una dama a la que sirve y de la que está enamorado.  Alonso Quijano no conoce ninguna dama.  Bien es verdad que conoce a una muchacha de un pueblo cercano, bastante guapilla, Aldonza Lorenzo, nombre muy poco novelesco.  También hay que cambiarle el nombre y se inventa a Dulcinea del Toboso, porque la muchacha vive en el pueblo de al lado, el Toboso.  Después ya nos enteraremos de que la muchachita tampoco es tan guapa.  Sancho Panza después nos dirá que es fea y bigotuda.  Incluso, don Quijote, más tarde, en la segunda parte de la obra, admitirá que no existe Dulcinea, que se la ha inventado; pero que tampoco existe Aldonza Lorenzo, ni siquiera esta muchacha existe.

Pues ya tenemos a nuestro héroe creado.  Con armadura, caballo y armas, sale a buscar aventuras.  Su imagen sería ridícula, por eso todo el mundo, cuando lo ve, piensa que no está bien de la cabeza.  No es un soldado.  Es un viejo, sobre un caballo esquelético, con una armadura que tiene más de un siglo.  Para que os deis cuenta del ridículo, esto sería como si en la actualidad, vuestro guapísimo profesor de Lengua Jose-Fernando, musculoso, atlético, joven y guapo, macizo, se pusiera unas mallas y una capa roja y se presentara en medio de la calle diciendo que es Supermán.
Y don Quijote quiere ser personaje de una novela.  Es consciente de ser personaje de novela, es consciente de ser el personaje de una historia que alguien está contando.  Hasta tal punto que cuando ya está preparado, con armadura y caballo, y sale para buscar aventuras (en el capítulo II) lo primero que hace es dictarle a su narrador, al narrador de su historia, lo que tiene que escribir, cómo tiene que contar lo que él, como personaje, está haciendo.
Todo este juego literario entre autor, narrador y personaje todavía queda más claro o más enrevesado (como se quiera ver), es decir, más barroco, cuando los amigos de don Quijote en su pueblo, que son el cura y el barbero del pueblo, para que se le pase la locura a don Quijote, deciden quemar su biblioteca, que es lo que le ha vuelto loco.  Pero deciden salvar aquellos libros que les parezcan buenos y empiezan a seleccionarlos.  Entre los libros salvados hay uno de un autor del que el cura dice que es muy  amigo suyo, un tal Miguel de Cervantes.  Es decir, el mismo Cervantes se incluye como personaje dentro de la acción al presentarse como amigo del cura.  Por cierto, el libro que salvan es La Galatea, un libro que Cervantes había escrito realmente.

Posteriormente, en una segunda salida, don Quijote convence a un pobre e ignorante aldeano de su lugar para que le acompañe como escudero.  Se llama Sancho Panza.  Le promete que, a su lado, Sancho podrá ganar muchas recompensas; incluso podrá llegar a ser gobernador de una ínsula, es decir, de una isla: podrá ser incluso gobernador de algún territorio que don Quijote conquiste.  Así se forma una pareja universal: don Quijote y Sancho Panza.

La locura de don Quijote no consiste en que vea gigantes en vez de molinos, sino en que, como es personaje de novela, los molinos no le sirven para nada. ¿Qué idiota se enfrentaría contra molinos?   Así pues, él decide jugar a que son gigantes, para enfrentarse con ellos.  Luego ve dos rebaños de ovejas y dice que son dos ejércitos.  Claro que ve que son ovejas, pero al personaje que ha inventado las ovejas no le sirven para nada: finge que son ejércitos para enfrentarse con ellas, como sucede en las aventuras que ha leído en los libros.  De hecho, se enfrenta con molinos y con ovejas porque sabe que no son más que molinos y ovejas.  Si realmente viera gigantes o ejércitos, don Quijote no sería tan valiente.  Cuando el peligro es real, por ejemplo, en el capítulo XV, cuando tiene que enfrentarse a los yangüeses, que tienen palos y piedras de verdad, pide ayuda a Sancho.  Luego ve a un barbero con una bacía.  Recordemos que una bacía es el recipiente metálico que usaban los barberos para mojar la brocha de afeitar en el jabón y así cubrir de jabón la cara del cliente.  Tiene una gran hendidura en el círculo de su superficie para poder acoplarla al cuello del cliente y que el jabón no se derrame.  ¿Para qué necesita don Quijote una bacía?  Para nada.  Debe transformarla y por eso decide imaginar que es el yelmo, el casco de un caballero, el yelmo de Mambrino.  Por eso ataca al pobre barbero (se atreve con un pobre barbero) para quitarle su bacía.  Después don Quijote convertirá esa bacía en su yelmo.  De hecho, siempre que imaginamos a don Quijote, lo imaginamos con una bacía en la cabeza, como si fuera un casco.
Todo superhéroe que se precie tiene que enfrentarse a supervillanos.  Supermán no se enfrenta a malvados reales, macarrillas de barrio.  Necesita un malvado tan irreal como él.  Se enfrenta a seres monstruosos, magníficos y fantásticos como Doomsday o Darkseid.  Spiderman necesita un enemigo tan grande como el Duende Verde; Batman necesita a Joker.  Si no existieran estos supermalvados, Supermán, Spiderman y Batman no tendrían sentido, no tendrían ocupación y acabarían yéndose al paro.
Por eso, don Quijote necesita gigantes, ejércitos, hechiceros, magos y brujos.  Los molinos y las ovejas no le sirven.  Una venta, que es una posada de camino, no le sirve. Necesita transformarlos.  Serán respectivamente gigantes, ejércitos y castillos.

Posteriormente, Cervantes se inventa un narrador.  Dice que él, Cervantes, encontró un manuscrito en árabe, cuyo historiador y escritor era un tal Cide Hamete Benengeli.  Otro nombre ridiculizado.  Cide (ya lo sabemos por el Cid) es la palabra que en árabe significa señor.  Hamete es Hamed, nombre muy común entre los musulmanes.  Y Benengeli es una deformación ridiculizante inventada por Cervantes puesto que se parece a berenjena.  Según el autor, este Cide Hamete Benengeli es el historiador-narrador que escribió las hazañas de don Quijote en árabe.  Decíamos que cuenta este supuesto Cervantes que encontró el manuscrito escrito por Cide Hamete Benengeli y mandó traducirlo al castellano y que esa traducción al castellano es el libro que nosotros tenemos en las manos.  Así se desarrolla el deseo que ya he dicho que tiene Cervantes de escribir la novela total, preparando un juego de espejos narrativo, como el que pictóricamente vimos que desarrollaba Velázquez en Las Meninas.  Cervantes es el autor de la obra.  En ella nos habla de un narrador-traductor.  Éste cuenta, ya lo hemos dicho, que ha encontrado un manuscrito que está redactado por Cide Hamete Benengeli, que es, a su vez, narrador de las hazañas de don Quijote.  Un narrador dentro de otro narrador y así sucesivamente.  Y no sólo eso.  Hemos dicho que el cura, amigo de don Quijote, era amigo de Cervantes; con lo cual Cervantes, autor, se incluye a sí mismo como personaje.  Cervantes nos está enseñando cómo se construye una novela.

Durante la primera parte de la obra, don Quijote y su escudero Sancho recorren el campo de La Mancha encontrando otros personajes y viviendo y escuchando otras narraciones.  Porque se encuentran en medio de unos pastores con los que reviven una novela pastoril; otros personajes con los que vivirán historias de amor; de aventuras; de viajes.  Lo que decíamos.  El Quijote no es sólo la historia de un loco.  Cervantes quiere construir la novela total: la que incluye todas las formas de narración.  Desde su estructura, ya lo hemos visto con el juego de narradores, hasta sus géneros narrativos, incluyendo todos los géneros: de caballerías, de aventuras, de amor, pastoriles, de viajes,…

Al final de la primera parte de la obra, don Quijote vuelve a su pueblo enfermo y cansado.  Cervantes promete que escribirá otra segunda parte de la novela en la que don Quijote pasará por Zaragoza y acabará en un hospital de Toledo.


Y ahora vamos con la segunda parte de la obra, publicada en 1615.

Recordemos que la primera parte de la obra se había publicado en 1605 y había tenido un gran éxito.  En consecuencia, Cervantes comenzó a escribir su segunda parte del Quijote.   Pero la primera parte había tenido tanto éxito que alguien que firmaba como Alonso Fernández de Avellaneda (firmaba así, pero no era su verdadero nombre, es un pseudónimo) decidió publicar una segunda parte del Quijote en 1614, antes de que la publicara el propio Cervantes.  Eso fue terrible, puesto que el personaje de Don Quijote de Avellaneda hacía en su obra las cosas que Cervantes había dicho que su personaje haría.  Es decir, le plagió la novela antes de que Cervantes la publicara.
Cervantes decidió romper todo lo que había escrito y volver a escribir toda la segunda parte de nuevo.  La escribió en un solo año.  Publicó la segunda parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en 1615.
Pero lo que parecía una desgracia, resultó un gran beneficio para Cervantes.  Se le ocurrió que, ya que su primera parte había tenido gran éxito y que Avellaneda había publicado una segunda parte, los personajes de ficción que Don Quijote se encontrara a partir de ahora, en la obra, ya hubieran leído alguno de esos dos libros, o los dos.

En la segunda parte, don Quijote vuelve a salir con Sancho en busca de aventuras, pero ahora se encuentra con que mucha gente ya lo conoce, porque ha leído la primera parte o porque ha leído el de Avellaneda.  Los personajes ya conocen a Don Quijote.

 Y todo lo que le fue mal a Don Quijote en la primera parte, le va bien en la segunda.  Los personajes con los que se encuentra, como hemos dicho, ya lo conocen y lo tratan bien, lo invitan, lo agasajan y están felices por conocerlo. 
Hay caballeros que salen a su encuentro para luchar contra él y ganar fama venciéndolo, pero don Quijote los vence a todos.  Realmente esto se debe a que un estudiante, el bachiller Carrasco, aliado con el ama y la sobrina de don Quijote, se va disfrazando de distintos caballeros para combatir con don Quijote, vencerlo y hacerlo volver a su pueblo.  Pero es un estudiante, y no un guerrero, por eso es más torpe peleando que el mismo don Quijote y don Quijote lo vence.
Don Quijote y Sancho se enteran de que sus aventuras ya han sido puestas en libro por un tal Cervantes y están felices por ello.  Don Quijote ha conseguido su sueño: ser un personaje de novela.  Se enteran de lo que se cuenta en ese libro e incluso don Quijote y Sancho se permiten el lujo de criticar al autor, a Cervantes, por unos errores que ellos consideran que Cervantes cometió al escribir su obra.  Fijémonos.  Los personajes son conscientes de ser personajes: incluso critican al autor.  Esto es una reflexión sobre lo que significa una novela.  Una novela que muestra cómo se construye una novela.  El Quijote se convierte así en una metanovela.  Los personajes don Quijote y Sancho se convierten en lectores de sí mismos, lectores de otros personajes que son ellos mismos.
Y ambos personajes cumplen sus sueños.  En la obra, un duque famoso, hombre de la alta nobleza, y su mujer reconocen a los famosos don Quijote y Sancho porque han leído la primera parte de la obra y los invitan a su palacio, donde don Quijote y Sancho son agasajados y hospedados con todo lujo.  El sueño de don Quijote y Sancho se ha hecho realidad.  Incluso don Quijote ve a su amada Dulcinea del Toboso, una muchacha guapa, joven y noble, que le dice que lo ama; Sancho consigue ser gobernador de una ínsula, la ínsula Barataria.  Don Quijote y Sancho también vuelan en un caballo de madera mágico hasta un país lejano donde vencen a un gigante.  Esto es porque los duques deciden preparar grandes montajes teatrales para representar las realidades que don Quijote y Sancho quieren ver para que sus invitados don Quijote y Sancho se sientan felices.  
Posteriormente, de camino a Zaragoza.  Don Quijote se entera de que en la obra de Avellaneda, el falso don Quijote entró en la ciudad de Zaragoza.  Es lo que había prometido Cervantes en la primera parte que haría don Quijote.  Don Quijote quiere dejar claro que él es el verdadero, el escrito por Cide Hamete Benengeli, no por Avellaneda y por eso se niega a entrar en Zaragoza.  Cambia su rumbo y se dirige a Barcelona.
En Barcelona, don Quijote, ya conocido por muchos barceloneses, es recibido con todos los honores por el alcalde, que incluso prepara un gran desfile para que don Quijote recorra las calles de la ciudad.

Después de todo esto, deberíamos pensar que don Quijote se siente feliz en la segunda parte.  Su sueño se ha cumplido.  Es personaje de una novela y la realidad que él quería cambiar para convertirla en una novela, ha cambiado: Dulcinea existe, él es famoso, vence en los combates y es reconocido por los nobles.  Pero no es así.  Don Quijote no está feliz.  Si el mundo ha cambiado, ¿para qué se necesita a don Quijote?  Si el mundo ya es perfecto ¿para qué necesita superhéroes?  Si la realidad es tan perfecta como la ficción, ¿para qué se necesita alguien que la cambie? 

Don Quijote llega a la conclusión de que el mundo se ha vuelto loco.  ¿Cómo es posible, piensa don Quijote, que el mundo me haga caso?  ¿Cómo es posible que todas las locuras que yo he imaginado se hagan realidad?  Eso es que la realidad está tan loca como yo.  En la segunda parte, don Quijote le reconoce a Sancho que él inventó a Dulcinea, que Dulcinea nunca ha existido.  ¿Cómo es posible que le presenten a Dulcinea en el palacio de los duques?  ¿Cómo es posible, piensa don Quijote, que los gigantes que él imaginaba y que era consciente de que imaginaba se hayan hecho reales?  Es decir, don Quijote nunca vio gigantes, pero quería verlos.  Le reconoce a Sancho que todas las cosas que él ha dicho ver en la cueva de Montesinos (un episodio en el que don Quijote tuvo una visión) son falsas, que son invenciones de su cabeza.  Sin embargo, Sancho, en su inocencia.  Cree en todas estas cosas.  Es decir.  Ahora, el que cree en los gigantes, el que cree en Dulcinea, el que cree en caballeros y dragones, es Sancho.  Sin embargo, el que ve la realidad, porque siempre la ha visto, es don Quijote.  En la segunda parte, Sancho y don Quijote intercambian sus papeles.

 Recordemos, El Quijote es una obra barroca.  Una de las características del barroco es, como vimos en Las Meninas de Velázquez, es el intercambio de puntos de vista.  No existe un solo punto de vista.  Además, se produce un juego de espejos y los cambios de punto de vista se producen.  ¿Qué es la realidad y qué es la ficción?  Veremos que este es uno de los temas de La vida es sueño, la obra de Calderón de la Barca que trataremos en breve.  Y finalmente en literatura: ¿qué es lo real y qué la ficción, si hasta los personajes don Quijote y Sancho, personajes de ficción critican y hablan de unas obras que se han escrito en la realidad y critican a un autor real, Cervantes?  Es la culminación de la multitud de perspectivas, del intercambio entre ellas y de la confusión entre realidad e ilusión que son centrales en el barroco.

Finalmente, en Barcelona, don Quijote por fin es vencido por un caballero.  Entonces decide volver a su pueblo.  Vuelve triste y desengañado porque el mundo está loco, el mundo es como él lo había imaginado.  Pero él era consciente de estar imaginándolo.  Don Quijote había salido a cabalgar para convertir el mundo en una ficción, en una novela.  Ahora que ve que el mundo es una ficción, una novela, ahora que Dulcinea, los gigantes y los caballeros existen ¿para qué necesita el mundo a don Quijote?  Don Quijote se encuentra trastornado: él era consciente de imaginar cosas: ¿cómo es posible que esas cosas existan?  No deberían existir.  La realidad está loca.  Antes hemos hablado de Supermán y de los superhéroes.  ¿Para qué necesitaría el mundo superhéroes si el mundo fuera perfecto?  Don Quijote se ha dado cuenta de que el mundo no lo necesita, de que está de sobra, que no sirve para nada.  Éste es el verdadero motivo de que don Quijote esté desengañado, vencido y triste.

Esta forma de ver la realidad y el gran juego de crear una novela dentro de otra novela, dentro de otra novela son, a mi juicio, los dos grandes logros de la magnífica obra de Cervantes.
Finalmente, Cervantes hace volver a su pueblo a su personaje.  Don Quijote muere absolutamente cuerdo, arrepintiéndose de sus locuras.  Y muere.  Cervantes lo hace morir, para que ya no haya nadie que decida continuar sus aventuras, para que a nadie se le ocurra escribir otra parte del Quijote.  Para que no exista otros Avellaneda.



TEXTOS DE EL QUIJOTE PARA COMENTAR.

TEMA 14.  MIGUEL DE CERVANTES

EJERCICIOS CORREGIDOS

TEXTO I: FIN DE LA AVENTURA DE CLAVILEÑO
(Don Quijote y Sancho son recibidos por unos Duques en su palacio.  Allí agasajan a don Quijote y también se divierten con él.  Un día le gastan la siguiente broma.  Unos hombres se disfrazan de dueñas (señoras) y fingen ser la condesa Trifaldi y su séquito de señoras.  Vienen a pedir a don Quijote que vaya a su reino para vencer allí al gigante Malambruno, que se ha apoderado del reino.  El viaje se producirá sobre un caballo de madera llamado Clavileño.  En él montan don Quijote y Sancho, a los cuales tapan los ojos.  Los hombres del Duque simulan el viaje haciendo sonar truenos, formando viento, etc. con el fin de que don Quijote y Sancho piensen que están viajando en el caballo de madera volador.  Después ambos son bajados de Clavileño y se les dice que el gigante huyó.  El texto que sigue es la conversación de don Quijote, Sancho y los marqueses.  Al final del texto, don Quijote hace referencia a la cueva de Montesinos.  En los capítulos XXII y XXIII, don Quijote descendió a la cueva de Montesinos, donde observó grandes maravillas, que, por supuesto, Sancho no creyó).

Preguntó la duquesa a Sancho que cómo le había ido en aquel largo viaje.  A lo cual Sancho respondió:
- Yo, señora, sentí que íbamos, según mi señor me dijo, volando por la región del fuego, y quise descubrirme un poco los ojos; pero mi amo, a quien pedí licencia para descubrirme, no la consintió; mas yo, que tengo no sé qué briznas de curioso y de desear saber lo que se me estorba y impide, bonitamente y sin que nadie lo viese, por junto a las narices aparté tanto cuanto el pañizuelo que me tapaba los ojos, y por allí miré hacia la tierra, y parecióme que toda ella no era mayor que un grano de mostaza, y los hombres que andaban sobre ella, poco mayores que avellanas; porque se vea cuán altos debíamos de ir entonces.
A esto dijo la duquesa:
- Sancho amigo, mirad lo que decís; que, a lo que parece, vos no vistes la tierra, sino los hombres que andaban sobre ella; y está claro que si la tierra os pareció como un grano de mostaza, y cada hombre como una avellana, un hombre solo había de cubrir toda la tierra. […]
- Yo no sé esas miradas – replicó Sancho-; sólo sé que será bien que vuestra señoría entienda que, pues volábamos por encantamento, por encantamento podía yo ver toda la tierra y todos los hombres por doquiera que los mirara; y si esto no se me cree, tampoco creerá vuestra merced cómo, descubriéndome por junto a las cejas, me vi tan junto al cielo, que no había de mí a él palmo y medio, y por lo que puedo jurar, señora mía, que es muy grande además.  Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas*, y en Dios y en mi ánima que como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así como las vi, ¡me dio una gana de entretenerme con ellas un rato…! […] Bonita y pasitamente me apeé de Clavileño y me entretuve con las cabrillas casi tres cuartos de hora.
- Y en tanto que el buen Sancho se entretenía con las cabras –preguntó el duque-, ¿en qué se entretenía el señor don Quijote?
A lo que don Quijote respondió:
- Como todas estas cosas y estos tales sucesos van fuera del orden natural, no es mucho que Sancho diga lo que dice.  […]  No lo puedo creer, pues estando la región del fuego entre el cielo de la luna y la última región del aire, no podíamos llegar al cielo donde están las siete cabrillas que Sancho dice, sin abrasarnos; y pues no nos asuramos*, o Sancho miente, o Sancho sueña. 
- Ni miento ni sueño –respondió Sancho-; si no, pregúntenme las señas de las tales cabras, y por ellas verán si digo la verdad o no. […]
No quisieron preguntarle más de su viaje, porque les pareció que llevaba Sancho hilo de pasearse por todos los cielos […] sin haberse movido del jardín.  […]  En resolución, éste fue el fin de la aventura de la dueña Dolorida, que dio que reír a los duques, no sólo aquel tiempo, sino el de toda su vida, y que contar a Sancho siglos, si los viera; y llegándose don Quijote a Sancho, al oído le dijo:
- Sancho, pues vos queréis que se crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos.  Y no os digo más.

*Las siete cabrillas: nombre popular de la constelación de las Pléyades.
*Asurarse: requemarse.

                                               M. DE CERVANTES: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
                                                                              Parte II, cap. XLI.
1. TRAS EL FANTÁSTICO VIAJE SOBRE CLAVILEÑO, ¿CUÁL ES LA ACTITUD DE SANCHO?   ¿Y LA DE DON QUIJOTE? 

2. TODOS CONOCEMOS EL FAMOSO EPISODIO DE LOS MOLINOS DE VIENTO DE LA PRIMERA PARTE.  COMPARA LOS PUNTOS DE VISTA QUE SE PRODUCEN EN LOS PERSONAJES EN AQUEL EPISODIO CON LOS QUE SE PRODUCEN EN ESTE TEXTO.  ¿QUÉ CAMBIA EN LOS PERSONAJES ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA PARTE?

3. ¿CÓMO SE PRESENTABA LA REALIDAD PARA DON QUIJOTE EN EL EPISODIO DE LOS MOLINOS?  ¿Y EN ESTE EPISODIO?  ¿QUÉ HA CAMBIADO EN LA PRESENTACIÓN DE LA REALIDAD ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA PARTES?

4. COMO SUCEDE EN TODA LA OBRA, EL DIÁLOGO ES IMPORTANTÍSIMO EN ESTE TEXTO.  ¿QUÉ FUNCIONES CUMPLE EL DIÁLOGO EN EL TEXTO Y EN LA OBRA?

5- COMPARA EL LENGUAJE EMPLEADO POR SANCHO CON EL USADO POR OTROS PERSONAJES.



TEXTO II

Entra Cide Hamete Benengeli, coronista desta grande historia, con estas palabras en este capítulo: “Juro como católico cristiano…”; a lo que su traductor dice que el jurar Cide Hamete como católico cristiano siendo él moro, como sin duda lo era, no quiso decir otra cosa sino que así como el católico cristiano cuando jura, jura, o debe jurar, verdad, y decirla en lo que dijere, así él la decía, como si jurara como cristiano católico, en lo que quería escribir de don Quijote…

                                               M. DE CERVANTES: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
                                                                              Parte II, cap. XXVII, comienzo


  1. ¿QUIÉN ES CIDE HAMETE BENENGELI, CITADO EN ESTE TEXTO?  EXPLICA SU FUNCIÓN EN LA OBRA.

  1. SE CITA A UN TRADUCTOR DE LA HISTORIA.  ¿QUIÉN ES?  ¿QUÉ PAPEL JUEGA EN ESTE TEXTO?  ¿Y EN LA OBRA?

  1. EN EL CAPÍTULO VI DE LA PRIMERA PARTE, EL CURA DICE CONOCER A UN TAL MIGUEL DE CERVANTES, QUE ES, ENTONCES AUTOR Y PERSONAJE DE SU OBRA A LA VEZ.  ¿QUÉ PRETENDE CERVANTES CON ESTOS JUEGOS?







CORRECCIÓN DE LOS EJERCICIOS

MIGUEL DE CERVANTES: EL QUIJOTE.  Texto I.-

1. TRAS EL FANTÁSTICO VIAJE SOBRE CLAVILEÑO, ¿CUÁL ES LA ACTITUD DE SANCHO?   ¿Y LA DE DON QUIJOTE? 

En contra de la imagen que tradicionalmente se nos presenta (don Quijote como caballero loco y Sancho, realista y cuerdo), el escudero es quien en este pasaje ve las cosas irreales, fantásticas y novelescas y, por el contrario, don Quijote defiende una postura racional y científica.  Sancho da libertad a su imaginación y parece creer de verdad que ha hecho el viaje por el cielo que le habían anunciado.  Cree incluso en los “encantamientos” (quinto párrafo) que transforman la realidad y en los cuales creía su señor.  Éste, sin embargo, no concede la menor verosimilitud a lo que afirma su escudero: “o Sancho miente, o Sancho sueña” (párrafo ocho).  Es decir, en la segunda parte de la obra, don Quijote y Sancho parecen haber intercambiado sus papeles.


2. TODOS CONOCEMOS EL FAMOSO EPISODIO DE LOS MOLINOS DE VIENTO DE LA PRIMERA PARTE.  COMPARA LOS PUNTOS DE VISTA QUE SE PRODUCEN EN LOS PERSONAJES EN AQUEL EPISODIO CON LOS QUE SE PRODUCEN EN ESTE TEXTO.  ¿QUÉ CAMBIA EN LOS PERSONAJES ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA PARTE?

Acabamos de observar que entre la primera y la segunda partes de la obra, Cervantes hace cambiar el punto de vista de sus personajes.  En la primera parte, de 1605, don Quijote acomoda lo que ve a lo que ha leído en sus libros.  Los molinos no deben ser molinos, puesto que no son literariamente interesantes.  Ha de convertirlos en gigantes; y así lo hace.  Sancho no realiza esa transformación literaria: sólo ve molinos. 
En la segunda parte, de 1615, Sancho y su amo van contagiando el uno al otro su visión del mundo.  Para don Quijote, las ventas son ventas y no castillos, los caminantes no serán guerreros armados.   Es Sancho Panza quien literaturiza la realidad, como ocurre en el  texto que comentamos.  Si el episodio de los molinos de viento se hubiera relatado en la segunda parte, habría sido Sancho quien hubiera visto los gigantes.
La multiplicidad de puntos de vista es una característica del arte barroco, pero aquí Cervantes le da una vuelta de tuerca más al hacer que esas perspectivas sean además intercambiables.


3. ¿CÓMO SE PRESENTABA LA REALIDAD PARA DON QUIJOTE EN EL EPISODIO DE LOS MOLINOS?  ¿Y EN ESTE EPISODIO?  ¿QUÉ HA CAMBIADO EN LA PRESENTACIÓN DE LA REALIDAD ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA PARTES?

La locura de don Quijote es de carácter literario.  Él no quiere salir de su casa a deshacer entuertos.  Él quiere ser un personaje de novela, de un libro que alguien escribirá.  Por eso necesita transformar la realidad que observa, que es anodina y cotidiana, en materia literaria: don Quijote no debe ver molinos, que no conducen a ninguna aventura literaria; así que los transforma en gigantes; cambia los rebaños por ejércitos y las ventas por castillos.  Sancho, que no es consciente de ser un personaje de novela, no verá estos cambios.
Dos sucesos importantísimos se produjeron en los años que pasaron entre las publicaciones de la primera y segunda partes de la obra: la primera parte de la obra tuvo un gran éxito y fue muy vendida, de manera que un alto porcentaje de la población había oído hablar de ella; Alonso Fernández de Avellaneda publicó una segunda parte de la obra.  Ambos hechos permitieron a Cervantes jugar con la ficción de que sus personajes de la segunda parte ya habían leído la primera y también la versión de Avellaneda.
¿Qué consecuencias tiene esto para los personajes?  En la segunda parte, don Quijote no se encuentra con la realidad y, por lo tanto, no necesita transformarla en materia literaria.  Los personajes con quien se encuentra, que ya lo conocen, le presentan un mundo de literatura, con princesas, gigantes y encantamientos.  Así sucede con los duques en el texto que comentamos: muestran a don Quijote y Sancho un mundo de literatura.  Don Quijote ya no necesita ver gigantes donde no los hay.
Por eso don Quijote y Sancho intercambian su punto de vista de la realidad.  Sancho creerá que lo que vive es real: que ha hecho el viaje montado en Clavileño, que su señor ha luchado con gigantes y con caballeros, que Dulcinea existe y está encantada.  Al contrario, la postura de don Quijote es el desengaño.  Quería transformar la realidad en la primera parte.  Ahora se la dan transformada: ¿qué papel le queda a él entonces como personaje de esa novela?  Es decir, don Quijote es consciente de que los demás están haciendo realidad su locura.  El engaño que don Quijote quería llevar a cabo en la primera parte ahora es la realidad, una realidad que el caballero sabe (como en este texto en que realiza un viaje mágico y vence a un gigante) que es ficción, que es pura literatura.  Don Quijote se ve desengañado de su mundo literario.  El desengaño sobre la ilusión de la realidad es un tema típico del barroco.
Don Quijote dijo ver maravillas en la cueva de Montesinos (maravillas sacadas de los libros) y él era consciente de su irrealidad.  Por eso, al final de este texto, propone un trato a Sancho: si Sancho cree en las maravillas de la cueva, su amo se compromete a creer en esta disparatada versión que da Sancho del viaje.  Al final de la obra, será Sancho quien quiera prolongar la ficción proponiendo a su amo ser personajes de una novela pastoril y será don Quijote quien, desengañado, le pida perdón por haberlo hecho partícipe de su locura.
Los dos personajes han intercambiado sus puntos de vista.  Eran las dos caras de la misma moneda: don Quijote-idealismo, Sancho-realismo.  Pero, para demostrar que en la vida ambas cosas van juntas y no se puede dar una sin la otra, Cervantes hace que sus protagonistas se vayan identificando uno con otro; hasta tal punto que intercambian su visión de la realidad.


4. COMO SUCEDE EN TODA LA OBRA, EL DIÁLOGO ES IMPORTANTÍSIMO EN ESTE TEXTO.  ¿QUÉ FUNCIONES CUMPLE EL DIÁLOGO EN EL TEXTO Y EN LA OBRA?

El diálogo es la forma literaria habitual en que los personajes manifiestan a otros sus pensamientos.  En el Quijote también sucede eso: así conocemos los pensamientos de los duques y los protagonistas.  Pero el diálogo tiene otra función más.  En este pasaje, Sancho y don Quijote nos enseñan, hablando, sus visiones opuestas de la realidad; se contradicen, para, al final, llegar a un acuerdo.  Así sucede en toda la obra.  El diálogo sirve para mostrar distintas cosmovisiones.  Hay muchos capítulos en el Quijote en los que amo y escudero simplemente charlan.  Si, como hemos visto en los ejercicios anteriores, las dos perspectivas de la realidad de don Quijote y Sancho son complementarias, se necesitan entre sí y se intercambian, es mediante el diálogo como la transformación se opera.
            Dicho de otro modo, el diálogo en la obra tiene una doble función: mostrar el punto de vista del personaje; modificar el punto de vista del personaje que escucha.  Don Quijote y Sancho representan dos cosmovisiones que intercambian y modifican a los personajes precisamente porque hablan entre sí.  Como complementarios, están obligados a entenderse, están obligados a dialogar eternamente.


5- COMPARA EL LENGUAJE EMPLEADO POR SANCHO CON EL USADO POR OTROS PERSONAJES.

En toda la obra, el lenguaje de Sancho se distingue por ser coloquial y a veces vulgar.  Rasgos de su coloquialismo son el uso intensivo de refranes, de frases hechas, sintaxis imperfecta, diminutivos populares y afectivos y errores en el léxico y la sintaxis que su amo no tarda en corregirle.
            En este texto, también Sancho distingue su lenguaje del de los demás personajes.  El estilo de don Quijote nos parece solemne, correcto y casi científico.  El de Sancho tiene rasgos coloquiales como la abundancia de nexos coordinantes (“y”), el uso de diminutivos afectivos (“cabrillas, pasitamente”), elisión de la preposición (“yo no sé esas miradas”), uso de vocabulario familiar (“no sé qué briznas de curioso”, “por junto a las narices”, “no había de mí a él palmo y medio”, etc.)
            Como en otros aspectos, también podremos comprobar la contaminación mutua en los estilos de amo y escudero: Sancho se expresará a veces de modo solemne y literario, corregirá los errores lingüísticos de otros personajes (como su mujer); y don Quijote incluirá refranes en sus intervenciones.  En esto son también las dos caras de la misma moneda.




MIGUEL DE CERVANTES: EL QUIJOTE.  Texto II.-

  1. ¿QUIÉN ES CIDE HAMETE BENENGELI, CITADO EN ESTE TEXTO?  EXPLICA SU FUNCIÓN EN LA OBRA.

Como ya dijimos en el comentario del texto anterior, la locura de don Quijote es literaria.  Ya en la primera salida, en el primer capítulo de la obra, don Quijote indica lo que se escribirá de él en el futuro.  Él no sería nada si no hubiera un historiador que escribiera sus hazañas.  Por eso Cervantes creó este narrador de ficción, un historiador de origen árabe: Cide significa “señor”; Hamete (Hamed) es nombre común entre los musulmanes; Benengeli pretende ser un apellido que imita la fonética árabe y a la vez es cómico, por su parecido con “berenjena” (al que Sancho hace referencia en más de una ocasión).
Este narrador podría dar mayor verosimilitud a don Quijote, Sancho y sus aventuras, ya que le sirve a Cervantes para decirnos que no fue él quien inventó a los personajes, sino que sólo se hizo transmisor de una obra anterior escrita por otro: el manuscrito encontrado, técnica que Cervantes tomó de los libros de caballerías, en los cuales era habitual.
En este texto, el narrador muestra una contradicción: si Cide Hamete Benengeli era musulmán, ¿cómo podía jurar por Dios?  Esta contradicción cumple la misma doble función que el narrador Benengeli: dar verosimilitud a los personajes, puesto que él no es un inventor, sino un “cronista desta grande historia”; añadir un elemento humorístico, puesto que los lectores de la época entenderían el sentido ficticio y absurdo de esta contradicción que se plantea.


  1. SE CITA A UN TRADUCTOR DE LA HISTORIA.  ¿QUIÉN ES?  ¿QUÉ PAPEL JUEGA EN ESTE TEXTO?  ¿Y EN LA OBRA?

En el capítulo IX de la primera parte, el narrador, en primera persona, cuenta cómo encontró la historia de don Quijote, escrita en árabe por Cide Hamete Benengeli.  La mandó traducir a castellano y el traductor lo hizo añadiendo sus propios comentarios, como se indica en este texto.  Cervantes crea así un complicado juego de espejos:
    1. El autor es Miguel de Cervantes.
    2. Un narrador cuenta cómo mandó traducir una obra.
    3. El traductor puso en castellano y comentó la obra que había recibido.
    4. Cide Hamete Benengeli es el narrador- autor ficticio de esa historia encontrada y que es las aventuras de don Quijote y Sancho.
Los comentarios, correcciones, contradicciones y criticas que se hacen unos a otros entre los cuatro complican el punto de vista sobre la acción, multiplican las perspectivas, un juego muy apreciado en el Barroco.


  1. EN EL CAPÍTULO VI DE LA PRIMERA PARTE, EL CURA DICE CONOCER A UN TAL MIGUEL DE CERVANTES, QUE ES, ENTONCES AUTOR Y PERSONAJE DE SU OBRA A LA VEZ.  ¿QUÉ PRETENDE CERVANTES CON ESTOS JUEGOS?

El colmo del perspectivismo es que los personajes (el cura) digan que conocen al autor.  Cervantes pasa de ser autor de la obra a convertirse en personaje de la misma, personaje del cual también habla Cide Hamete Benengeli, narrador inventado por Cervantes.  Don Quijote y Sancho, personajes de ficción, adquieren de este modo un mayor rango de realidad: se hacen “tan reales” como su autor.
Más allá todavía, Cervantes riza el rizo al hacer que sus personajes, en la segunda parte de la obra, oigan, hablen, critiquen y lean la primera parte, que es la que nosotros hemos leído y en la que ellos han aparecido.  Don Quijote y Sancho oyen hablar de una obra escrita por Miguel de Cervantes, cuyos personajes son ellos mismos.  Se convierten en lectores de sí mismos.
El perspectivismo, la multiplicidad de voces y la complicación en la arquitectura de una obra son características de todo el arte barroco.






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